lunes, 1 de febrero de 2010

Recuerdos...

Lucecitas en la loma, veo…

Cuando en el bus del trabajo, veo…

Pendidas de esperanzas

Cargadas de ilusiones

Lucecitas en la loma

Veo…[1]

Recuerda cuanto nos costo armar con palos, tejas, rollos de paroi el primer ranchito y en las largas noches, hacer la fila en la pila del agua o los tanques. Recuerda cuando saltamos zanjas y alguna vez caímos entre el barro. Cuando salíamos corriendo con los galones para el cocinol. Cuando teníamos que ir a “Bogotá”, bajar la loma y llegar a San Francisco con los zapatos embarrados y con un par de cambio listos para ponérselos antes de subir al bus. Luego, soportar los apretones del bus hasta atravesar la ciudad. De regreso al rancho, aún lejos destellan “las lucecitas en la loma” al principio tenues por la luz de contrabando y luego resplandecientes, enceguecedoras.

Recuerda también, que al bajarse del bus tomaba respiración profundamente para disponerse a subir la loma; sino estaba muy cansado de nuevo se cambiaba los zapatos, si eran tacones era casi una obligación. Cuando subía la loma el tiempo alcanzaba para pensar en tener escaleras eléctricas que evitara la subida, tener el ahorro para mejorar la casita o mejor no tener que pensar en nada después de una larga jornada de trabajo, llegar al rancho a descansar… este era el momento de pensar en lo propio. Subir la loma servía en ocasiones para jugar con uno mismo a batir su propio registro -¿Cuánto me voy a demorar subiendo?- pero también parar hacer varias paradas y mirar “Bogotá” tratando de identificar el sitio de donde venía que en la mayoría de casos era muy lejos. Al llegar al plan con la respiración entre cortada y el corazón acelerado, empezaba a saludar a las y los vecinos de la calle Principal, Los Libertadores, La Macarena o La Amistad, ¡¡ah…qué alivio, ya era estar en casa!! No importaba que fuera solo un ranchito, era mi rancho.

Estos son recuerdos compartidos de nuestras familias fundadoras del barrio Juan Pablo II en Ciudad Bolívar hace 28 años que han edificando para sus hijas e hijos solidaridad, perseverancia e insistencia revelados en una plazoleta cultural, hoy patrimonio local y distrital en el que se comparten eventos como el Aniversario del barrio cada 20 de julio celebrado hace 22 años, la Semana Santa, los múltiples eventos de rap, música colombiana, danza, teatro y hasta cine. Durante más de dos décadas Juan Pablo II ha venido aportando a la formación de identidad local y construcción de ciudadanía con este escenario único en la localidad 19 de Bogotá.

Los productos obtenidos en esta investigación son frutos de exhaustivas y maratónicas búsquedas de información sobre un lugar entre millones existentes en el país en los cuales deseo entrar. La verdad me hubiera gustado tener más horas para seguir encontrándome con la gente que se mete al barro, propone y hace, porque han fomentado el cimiento más importante para transformar una sociedad: la solidaridad de clase. Con pocos de ellos logre gratificantes horas de entrevistas, alegres conversatorios, discusiones apasionantes y una calurosa fisgoneada de cientos de fotos familiares y de grupos.



[1] Wilson Castellanos, Canción Lucecitas en la loma.